En el 2007 el comunicador y profesor universitario Faustino Pérez entrevistó a Alejandro Paulino Ramos sobre el origen y formación de la bachata dominicana. Han pasado diez años de aquella entrevista, que para entonces fue publicada en la revista “Vetas”, que dirige el periodista y escritor Clodomiro Moquete. Hoy, con algunas correcciones, la compartimos con los amigos de Acento:
–Tengo entendido que recientemente presentaste una tesis de maestría, donde diste interesantes datos sobre la historia de la bachata?.
Así es. En octubre del 2006, después de un largo proceso de investigación en bibliotecas, hemerotecas y archivos, pude presentar mi tesis de maestría a la que puse el título “La cultura del Caribe hispano en la bachata dominicana”. Como entenderás, este fue un trabajo académico en donde traté de demostrar las raíces caribeñas de esta música que, sin olvidar sus raíces históricas y culturales, es tan dominicana y sólo los dominicanos la cantan, bailan y sienten con sabor especial, como algo que llevan muy adentro.
–Y como se explica tu vinculación con ese género musical, de dónde te surgió el interés en abordar esa temática, que desde el punto de vista de los estudios históricos se considera como algo marginal?
Mira, desde muy pequeño reconocí que esa música existía aunque no la conocía como bachata. En mi casa, en la ciudad de San Francisco de Macorís donde mis padres eran comerciantes, tuve la oportunidad de ser el que casi siempre colocaba los discos de 78 y 45 rpm en un aparato monofónico, que llamábamos picot y al que había que cambiarle permanentemente las agujas de metal. En la pulpería que tenía mi padre en esa ciudad, casi todas las noches sus amigos jugaban dominó mientras consumían bebidas alcohólicas y por lo tanto la música no podía faltar.
Uno de los contertulios, que luego me bautizó y por lo tanto fue mi padrino, me daba algunos centavos para que pusiera en el picot una canción llamada “Salomé” (“Salomé me está llamando…, es mentira, nunca ha sido mujer buena de humano corazón”). Esta es la que más recuerdo, aunque había una que narraba como un hijo mató a su padre porque le estaba pegando a su madre, creo que decía “Tomen escuela padres, no abandonen sus hijos y miren el ejemplo que yo acabo de dar, para que nunca pasen tragedias como esas, que el hijo está en la cárcel y en la tumba el papá”. En esos años, la mayoría de las canciones mejicanas y caribeñas eran cantadas en República Dominicana como si fueran bachatas, entonadas por músicos y cantantes improvisados, con guitarras, maracas, güiras, palitos, marimbas, panderos y diversos objetos que podían servir para el “acompañamiento”. Creo que esa costumbre, en algunas poblaciones, todavía persistía en los años setenta. Después, pasando el tiempo, yo escuchaba emisoras donde se ponía ese tipo de música y programas que eran muy populares, como “El 7 a 8 de Mejoral”, y la “Hora de la Guarachita”, que tengo que aclararte que no tiene nada que ver con la emisora que lleva el nombre de Radio Guarachita. Los programas donde se podía escuchar bachatas, a finales de los años cincuenta, eran de las emisoras Honda Musical y La Voz del Trópico. Pero mi interés en estudiar el género de la bachata surgió de la maestría en historia de la que te he hablado. La bachata es parte de la cultura dominicana y como tal podemos abordarla y estudiarla desde el punto de vista histórico y antropológico.
–Volviendo a la maestría que hiciste, a veces pensamos que en la República Dominicana la calidad de las maestrías depende mucho de los maestros y doctores que imparten cada una de las materias y módulos; cómo fue tu experiencia y porqué dices que de ella surgió el interés en abordar el tema de la bachata?
Esa apreciación tuya tiene algo de cierto; para mi que la calidad de una maestría tiene que ver con la institución que la imparte, el programa que se desarrolle, la calidad de los profesores que imparten los cursos, y en especial el interés que uno pueda poner en esos estudios en los que la investigación se constituye en algo fundamental. Se de personas que invierten una suma considerable de dinero, con el solo propósito de obtener un título de maestría o doctorado. En mi caso, me interesaba el nivel académico, el conocimiento adquirido, y me sentí muy satisfecho pues tuve un selecto grupo de profesores, como los doctores Jaime de Jesús Domínguez, Roberto Cassá, Antinoe Fiallo Billini, Frank Baez Everetsz (q.p.d), Tahira Vargas, y José Serulle Ramia para sólo citar algunos de ellos. Con la profesora Tahira, antropóloga egresada de la Universidad Autónoma de Santo Domingo y de una Universidad Brasileña, retomé mi interés por el estudio cultural de la bachata. A la profesora Tahira le debo, no se si ella lo sabe, mi interés por desentrañar las raíces de la bachata dominicana.
–Hace algunos años, más o menos a finales del siglo XX, se dio un debate en los medios de comunicación, discutiendo si la bachata era o no era un género musical, que tienes tu que plantear sobre esto? .
Yo recuerdo ese debate y participé en él; de hecho Clodomiro Moquete me hizo una entrevista sobre el tema, que fue publicada en la revista “Vetas”, pero a mi no me interesó discutir si era o no era género, porque entendía de entrada y sin dudas, que si lo era. Ese debate revivió en mí el interés por el tema y me encontré, en mis viajes al Centro Universitario de Barahona, de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, con el profesor Jacobo Moquete (q.p.d), hermano de Clodomiro, y una de las glorias de la educación dominicana. Él publicó, también en “Vetas”, su punto de vista sobre la bachata. Don Jacobo y yo éramos compañeros de viajes, lo que nos permitió discutir el tema que se estaba debatiéndo en la prensa y descubrimos que coincidíamos en nuestros planteamientos. Aunque muchos intelectuales dominicanos rechazaban la bachata, Jacobo y yo nos declaramos desde entonces en rebeldía, como “bachateros”; era una forma irónica de burlarnos de los que se ruborizan, se lamentan y hasta se enojan cuando escuchan o miraban a una pareja bailando una bachata.
–Y a qué se debe el rechazo de esos sectores, si la bachata es parte de la cultura musical de los dominicanos?.
Para mi que esa actitud tiene relación con la misma historia de la bachata. La música de bachata como se le llamó por mucho tiempo, comenzó a formarse veinte y cinco años, y quien sabe si mucho más, antes de finalizar el siglo XIX, cuando también se perfilaba en el gusto de los dominicanos la música de merengue. Imagínate, que el Merengue era rechazado en la alta sociedad y en núcleos importantes, especialmente de clase media, profesionales, estudiantes y adinerados de los centros urbanos más importantes. La popularidad del merengue, aunque perseguido, no pudo ser detenida pues la población campesina lo acogió como propio y ellos eran todavía hasta los años treinta del siglo XX el 70 por ciento de la población dominicana; pero con la bachata esos sectores fueron más radicales y no se le permitió llegar ni a los barrios populares. Se legisló para que así fuera. En el caso de la capital de la República, se le arrinconó en los sectores más paupérrimos, como fue el caso del barrio Borojol, lugar donde, para mí, nació la bachata en la capital, aunque ya en la región del Cibao, especialmente en Puerto Plata, se había ganado el corazón de sus pobladores más pobres y desde allí se expandió a todo el Cibao, y en la región Este y Sur, en los bateyes azucareros. Borojol, que era conocido a principios del siglo XX como “El Galindito” y para 1915 como
“La Barahona del Norte”, fue en esos años la zona de tolerancia de la prostitución y como es lógico también se toleraba la bachata.
Posteriormente esa zona de tolerancia se amplió o movió hacia la salida de la capital por la Carretera Duarte, llegando hasta el kilómetro 9, Villa Agrícola, por la calle Barahona, pero siempre en lugares poblados por familias pobres, en que proliferaban los bares, cabarets y cafés. Tal vez de esa situación marginal, se tomó el concepto que todavía se repite, de que la bachata era una música de prostituta y de guardias. Eso tuvo su influencia para que aún hoy existan sectores que persisten y se niegan a aceptarla; pero son hipócritas, pues discretamente la bailan y la tararean, pero no les preguntes si a ellos les gusta pues hasta se burlaran de ti si lo haces.
–El término bachata significó lo mismo en Cuba que en Santo Domingo y Puerto Rico?
Así es. En Cuba, Puerto Rico y Santo Domingo la bachata era una actividad social donde el pueblo se divertía al ritmo de canciones (bailando, degustando un buen sancocho y bebiendo ron) que eran interpretadas con instrumentos como las maracas, la guitarra, el bongó o timbales, los palitos, y cucharas, tocando sobre un cajón de madera, o como fuera, y donde cada quien participaba sin importar que “desafinara” o que no tuviera bonita voz. También se tomaban bebidas alcohólicas y se injerían alimentos, pero todo esto entre amigos, bajo la sombra de un árbol frondoso, o en una enramada y por qué no, también los hombres se divertían en café, cabarets y barras donde se practicaba la prostitución. Así siguió siendo en Cuba y Puerto Rico, una fiesta de pobre, de personas de “poca monta”, pero en la República Dominicana ese tipo de fiesta se transformó con el tiempo y de la fiesta surgió el género musical, lo que guarda relación con los instrumentos utilizados y la música que nos llegaba desde Cuba, Puerto Rico y México, especialmente el bolero, las rancheras, el Son y la guaracha.
–Pero si es un género como tú dices, como se formó y cuales aportes continentales y regionales incidieron para que esto sucediera?.
Mira, la explicación del tema es larga, pues esta pregunta engloba una parte importante de la investigación que yo realicé. Pero te puedo decir que posiblemente para el siglo XVIII los dominicanos no conocían las fiestas de bachata. Bueno, tengo que aclarar que no conocían el vocablo, pues a lo que los cubanos y puertorriqueños llamaban bachatas, en Santo Domingo le decían fandango, que era un encuentro social de gente de pueblo y campo, con las mismas características de las fiestas populares de los cubanos y los pobladores de Puerto Rico. De esas fiestas de fandango surgió convertido en género musical el merengue, y más tarde comenzó a configurarse el género de la bachata, a finales del siglo XIX. El momento en que apareció la Bachata como género, todavía es tema de discusión, pero del uso del término “bachata”, eso no se discute ya. Algunos conocedores de lo que estamos hablando, se atreven a afirmar que la bachata surgió como género musical posterior a la muerte de Trujillo, lo que creo un error.
Yo llegué a la conclusión de que el merengue y la bachata fueron, en el último cuarto del siglo XIX, “casi hermanos”, tal vez mellizos (no gemelos), y en la aparición de ambas músicas están presentes tanto los cubanos como los puertorriqueños; pero también en los géneros musicales de esos países, están presentes los dominicanos. Es que desde Santo Domingo fue de donde partió la colonización de esas islas durante el siglo XVI. De la isla de Santo Domingo emigró permanentemente una parte importante de su población y los recipientes de esas emigraciones fueron Cuba y Puerto Rico. Cuando una familia dominicana emigraba, lo hacía llevando sus hijos, hermanos, dinero y otros bienes, y en una maleta invisible, que nadie veía, llevaba discretamente acomodada su cultura, la que había aprendido y practicado en Santo Domingo y con ella influenciaba la cultura de los pueblos donde se ubicaban. Yo me atrevo a decir, que los dominicanos somos responsables de muchas de las costumbres y de la cultura y folklore de esos territorios caribeños hispanos. Qué quita entonces, que la musica traida por los cubanos y puertorriqueños fuera parte de las que antes habían aportados los dominicanos, durante más de tres siglo, a la cultura y el folklore de esos pueblos hermanos.
Como te explicaba antes, el merengue y lo que podríamos llamar la bachata que se iba configurando, se encontraban juntos en las fiestas de fandango y se bailaba y cantaba al son de los mismos instrumentos: el cuatro, el tiple, los tambores de diferentes tipos, maracas y panderos. El merengue no se tocaba con acordeón sino con bandurrias fabricadas en nuestro país con sonidos que trataban de imitar al de las guitarras españolas, pero como comprenderás resultaban estridente, sin calidad sonora y las cuerdas al ser tocadas por manos inexpertas se podría decir que “chillaban”; eram guitarras ruidosas.
Esto acontecía en los años setenta del siglo XIX, cuando ya desde Cuba y Puerto Rico habían ingresado a nuestro país decenas de miles de inmigrantes a trabajar unos en la industria azucarera que estaba surgiendo y otros como emigrados políticos. Ese proceso migratorio tuvo que ver con las luchas de independencia de Cuba y el Grito de Lares de los boricuas, entre 1868 y 1878. Pero a mediados de los años setenta ingresó al país, desde Alemania, el famoso acordeón que terminó de definir el género musical del merengue. Con este nuevo instrumento el merengue se expandió por todo el país y se ganó el corazón de los dominicanos, especialmente de los campesinos.
Mientras el merengue perseguido se hacia fuerte en los campos dominicanos, la bachata también rechazada se ganaba el aprecio de la gente mas pobres de las principales ciudades, pero la “música bachata”, como aparece registrado temprano el sigo XX, no se tocaba con acordeón, sino que se seguía tocando con los mismos instrumentos que antes se utilizaban en los fandangos. Los géneros “hermanos” se separaron, uno en el campo y otro en las zonas urbanas. Hubo que esperar décadas para su reencuentro. Es hoy cuando ya la bachata se está sintiendo a nivel nacional y como tu sabes muy bien, todavía no es aceptada del todo. Como puede ver, la bachata es caribeña, se nutrió del merengue tocado con tiples, del bolero, la guaracha, el son, la ranchera mejicana y la música de los campesinos (jíbaros) puertorriqueños. Y en esto tuvo mucho que ver la aparición de la radio, la grabación de los discos y la presencia en el país de los más populares cantantes y orquestas de esos países. Los Matamoros y Los Compadres, El Jibarito de Lares, El Gallito de Manatí, son en parte responsables de la transformación sufrida por la bachata desde décadas anteriores a la muerte de Trujillo, en 1961.
–Por lo que he podido entender, entonces tú quieres decir que existía bachata en otros países del continente y de la región?.
Fiesta de bachata si, genero bachata no. Ademas yo no he dicho eso, lo que quise explicarte es que en la formación del género de la bachata fueron importantes los ritmos caribeños: primero los cubanos, segundo los puertorriqueños, tercero los mejicanos, el ballenato y otras músicas colombiana; pero ellos no tienen una música que se llame bachata, aunque he oído algunas grabaciones muy parecidas. Los único que tienen un género con ese nombre, con ese ritmo, somos los dominicanos, y no importa el nombre que en algún momento se le haya dado: “música de guardia”, “música de amargue”, “música de campesinos”, “música de cueros”, o bachata. Ella existe y ya no se puede evitar ni ocultar su presencia en la cultura dominicana.
–Para concluir este “conversatorio” sobre este tema tan apasionante, cuál ha sido para ti el aporte de Radio Guarachita y quien tu crees que puede ser considerado como el padre de la bachata?
Radio Guarachita, que era propiedad del disquero Radhamés Aracena, surgió en “transmisión de prueba”, en 1964, pero ya antes el son, la guaracha, la conga, la bachata y otros ritmos de moda tuvieron otros medios, otras emisoras, especialmente Honda Musical, La Voz del Trópico, Radio Guarachita y más tarde Radio Tricolor, Radio Tropical y Radio Popular, no la de Rafael Corporán, jugaron un rol importante en su popularización y en dar a conocer los músicos y cantantes del género. Pero es obvio que fue Radio Guarachita la que logró convertir en un hecho nacional la música de bachata y esto porque logró un vínculo importante entre los emigrantes campesinos que se fueron a vivir a las grandes ciudades y porque su programación era fundamentalmente a base del referido género. Radhamés Aracena se convirtió en el mecenas de los bachateros, aunque no de todos. Entre los más importantes de los bachateros no se puede dejar de mencionar a Inocencio Cruz, José Manuel Calderón, Rafalito Encarnación y Luis Segura, El Añoñaito. Sin lugar a dudas que en este grupo es que se encuentra el “padre de la bachata” dominicana; pero de verdad, no estoy seguro de cuál de esos cuatro puede ser sindicado como Padre de la Bachata.
Fuente: http://acento.com.do/2017/cultura/8436327-faustino-perez-alejandro-paulino-conversacion-los-origenes-la-bachata-dominicana/