¿Cuánto se parece el lugar que ocupa la mujer en la cama al lugar que ocupa en la sociedad? ¿Por qué en el 2018, tras varias olas de feminismo, el orgasmo femenino continúa siendo un gran tabú? ¿Por qué el placer femenino pareciera causar tanto temor? ¿Vale menos el placer de la mujer? ¿A quién intimida? ¿Cuánto sabemos las mujeres sobre nuestros cuerpos y el modo en que experimentan el placer?
 
Aunque las respuestas parecieran obvias —la estructura social patriarcal y un larguísimo etcétera de derivaciones del mismo tema— una indagación en torno al tema demuestra que el asunto es tan complejo y diverso, como lo es cada mujer que lo experimenta. Es decir, hablar del orgasmo femenino, es lanzarse al vacío mismo de la diversidad de manifestaciones del placer sexual en la mujer. 
 
Llamarle tabú en tiempos donde tantas personas tienen acceso al Internet y a más información de la que la humanidad ha manejado en su historia, pareciera una contradicción. Pero no lo es. Cada vez que una mujer imita el mundo de la pornografía en una gama de gestos performáticos que no necesariamente le provocan placer, está colocando una vez más el placer de su pareja por encima del propio.
 
Cada vez que una mujer ha sentido vergüenza de pedir lo que quiere en la cama para que no la consideren muy agresiva o muy experimentada, está poniendo en segundo plano su derecho al placer y dejándose llevar por constructos sociales acerca de lo que es aceptable o no para una mujer y su placer.
 
Cada vez que una mujer se acuesta insatisfecha porque sencillamente de eso no se habla y punto, se perpetúa el silencio en torno al tema. La autora estadounidense Emma Koenig (30), una escritora joven que se dio a conocer en los Estados Unidos por un blog en el que exploró su sexualidad en sus veintes, decidió ir más allá y explorar ¿cómo hablaríamos las mujeres acerca del orgasmo si no tuviésemos los filtros sociales que lo impiden?
 
De esa inquietud nació en el 2015 su proyecto “How to Make Me Come” (Cómo hacerme venir), un portal al estilo blog abierto en la plataforma web Tumblr, en el que se dedicó durante años a documentar de manera anónima las historias de mujeres de distintas generaciones y perfiles, acerca de sus experiencias con el orgasmo femenino.
 
El punto de partida era el mismo para todas: si pudieras explicarle a tu pareja cómo lograr que alcances un orgasmo, qué le dirías. Ahí comenzaron a surgir las historias, algunas tipo manual de instrucciones, pero otras llenas de anécdotas a través de las cuales pudo ir trazando un mapa sobre ese tema tabú que tanto dice sobre el lugar de la mujer en la sociedad. 
 
“La naturaleza del proyecto es anecdótica y no científica. Pero sí puedo ver que nuestro órgano sexual pueda parecernos más misterioso a nosotras mismas, que el órgano sexual masculino que tiene un proceso muy específico. Además, hay un aspecto cultural muy importante, pues recibimos mensajes todo el tiempo acerca de cómo debemos comportarnos como mujeres en la cama. Sobre todo porque vivimos en una cultura que demanda sexo y a la vez lo convierte en un motivo de vergüenza y condena el deseo sexual femenino”, comenta la autora para quien uno de los motores de su exploración fue el hecho de que “en la mayoría de las conversaciones y experiencias que escuchamos a diario, el hombre casi siempre alcanza el orgasmo durante el acto sexual, mientras que la mujer no.
 

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Muchas veces el hombre —o la pareja— no sabe lo que está pasando o recibe indicaciones falsas… Entonces, quería estudiar y explorar esto no solo porque el orgasmo femenino puede ser a veces difícil de alcanzar y por lo visto no hay una experiencia universal, sino porque sospechaba que cuando hablamos del orgasmo femenino, hay algo más profundo en juego. Cuando ignoramos o mal entendemos el orgasmo femenino, estamos ignorando y mal entendiendo a las mujeres”. Para Koenig, el tema de la sexualidad es un campo de exploración social y en este caso en particular, el lugar de la mujer en la sociedad. “De algún modo este tema puede percibirse como algo frívolo, pero si no nos importa la experiencia de la mujer durante el acto sexual, qué nos dice eso acerca del modo en que entendemos y tratamos a las mujeres en otras áreas. Si no puedes ser tratada como una igual en un momento tan íntimo, de tanta conexión, es difícil imaginar que esto no tenga efectos en otros espacios. Sobre todo cuando en tantos lugares alrededor del mundo, la mujer es tratada como menos que el hombre”, argumenta la autora para quien en los Estados Unidos “las mujeres sí podemos votar, tener propiedad, tener tarjetas de crédito —todos derechos por los que ha habido que luchar— y uno puede pensar que sí, que tenemos los mismos derechos pero hay tantas mujeres que pueden dar cuenta de que no es así. La ley puede protegerte pero la sociedad no y el estatus quo es que la mujer no merece el mismo respeto”. Para la creación del libro, Koenig realizó una selección de las anécdotas que de modo anónimo cientos de mujeres le compartieron a través de la plataforma y que pasan por filtros de todo tipo: raza, clase, género, edad y trauma, entre otras. De ese modo, es posible leer la historia de una feminista de los 70 para quien en su tiempo lo más importante era el auto conocimiento. “Nos reuníamos y explorábamos la forma y la estructura de nuestras vaginas, pero no llegamos a indagar en la búsqueda del placer”, lee uno de los relatos que contrasta con el de otras para quienes la búsqueda de un orgasmo se convierte en una frustración personal o el de otras que han perdido parejas por ser honestas y tratar de explicarles cuál es la ruta hacia su placer. “También hay un grado de privilegio en poder pensar en todo esto”, reflexiona la autora consciente de que asuntos como la desigualdad social y sobre todo el trauma de tantas mujeres que han experimentado acoso y violencia sexual, se convierten en profundos impedimentos para si quiera plantearse como mujer el derecho al placer y mucho menos la aspiración al placer. “Quería comenzar una conversación acerca de cómo las mujeres acceden al placer, pero más allá de eso, de lo que se trata realmente es de que prestemos atención a las mujeres, que las escuchemos, que nos interese su bienestar en todos los aspectos de la experiencia humana”, enfatiza con la ilusión de ampliar esta conversación a otras culturas y contextos sociales. Después de todo cuando hablamos del cuerpo, nunca hablamos únicamente del cuerpo. (Suministrada)

Muchas veces el hombre —o la pareja— no sabe lo que está pasando o recibe indicaciones falsas… Entonces, quería estudiar y explorar esto no solo porque el orgasmo femenino puede ser a veces difícil de alcanzar y por lo visto no hay una experiencia universal, sino porque sospechaba que cuando hablamos del orgasmo femenino, hay algo más profundo en juego. Cuando ignoramos o mal entendemos el orgasmo femenino, estamos ignorando y mal entendiendo a las mujeres”. 
 
Para Koenig, el tema de la sexualidad es un campo de exploración social y en este caso en particular, el lugar de la mujer en la sociedad. “De algún modo este tema puede percibirse como algo frívolo, pero si no nos importa la experiencia de la mujer durante el acto sexual, qué nos dice eso acerca del modo en que entendemos y tratamos a las mujeres en otras áreas. Si no puedes ser tratada como una igual en un momento tan íntimo, de tanta conexión, es difícil imaginar que esto no tenga efectos en otros espacios.
 
Sobre todo cuando en tantos lugares alrededor del mundo, la mujer es tratada como menos que el hombre”, argumenta la autora para quien en los Estados Unidos “las mujeres sí podemos votar, tener propiedad, tener tarjetas de crédito —todos derechos por los que ha habido que luchar— y uno puede pensar que sí, que tenemos los mismos derechos pero hay tantas mujeres que pueden dar cuenta de que no es así. La ley puede protegerte pero la sociedad no y el estatus quo es que la mujer no merece el mismo respeto”. 
 
Para la creación del libro, Koenig realizó una selección de las anécdotas que de modo anónimo cientos de mujeres le compartieron a través de la plataforma y que pasan por filtros de todo tipo: raza, clase, género, edad y trauma, entre otras. De ese modo, es posible leer la historia de una feminista de los 70 para quien en su tiempo lo más importante era el auto conocimiento.
 
“Nos reuníamos y explorábamos la forma y la estructura de nuestras vaginas, pero no llegamos a indagar en la búsqueda del placer”, lee uno de los relatos que contrasta con el de otras para quienes la búsqueda de un orgasmo se convierte en una frustración personal o el de otras que han perdido parejas por ser honestas y tratar de explicarles cuál es la ruta hacia su placer. 
 
“También hay un grado de privilegio en poder pensar en todo esto”, reflexiona la autora consciente de que asuntos como la desigualdad social y sobre todo el trauma de tantas mujeres que han experimentado acoso y violencia sexual, se convierten en profundos impedimentos para si quiera plantearse como mujer el derecho al placer y mucho menos la aspiración al placer. 
 
“Quería comenzar una conversación acerca de cómo las mujeres acceden al placer, pero más allá de eso, de lo que se trata realmente es de que prestemos atención a las mujeres, que las escuchemos, que nos interese su bienestar en todos los aspectos de la experiencia humana”, enfatiza con la ilusión de ampliar esta conversación a otras culturas y contextos sociales. Después de todo cuando hablamos del cuerpo, nunca hablamos únicamente del cuerpo. 
 
Fuente: http://pordentro.pr/cuerpo-y-mente/nota/el-placer-femenino-ese-gran-tabu/