Lo confirmó el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef). "Para un país que antes de que comenzara el conflicto estaba a punto de cumplir el objetivo de educación primaria universal, las cifras son devastadoras", declaró su vocera, Marixie Mercado, en una rueda de prensa. "Permitir que los niños reciban algún tipo de aprendizaje es una tarea colosal", añadió.

En Siria, más de 3.000 colegios resultaron destruidos o dañados desde el comienzo de la guerra y unos 900 están ocupados por los desplazados que huyeron de la violencia. Alrededor de la mitad de los dos millones de sirios de corta edad que no pueden ir al colegio están refugiados en los países vecinos.

En Líbano, el número de plazas está limitado a 300.000 y el Gobierno estima que al final del año habrá 550.000 niños en edad de escolarización. En Jordania, alrededor de los dos tercios de los 150.000 niños sirios en edad de escolarización no van a la escuela. Unos 30.000 viven en el campamento de Zaatari, donde los colegios disponen de capacidad para sólo 14.000. Además, la asistencia de los alumnos es baja debido a la inseguridad reinante.

En Irak, casi la totalidad de los niños sirios que vive en familias de acogida no va al colegio. De los dos millones de refugiados sirios registrados por el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (Acnur), un millón es menor de 18 años y 740.000 de ellos tienen menos de 11 años. Además, tres millones de niños sirios sufren las consecuencias de la guerra en el interior de Siria, señala la ONU.

Hasta ahora, Unicef ha recibido sólo 51 millones de dólares (39 millones de euros) de los 161 millones de dólares solicitados este año para hacer frente a la guerra siria.